La cita anterior de Dewey siempre ha resonado conmigo, especialmente cuando estoy afuera haciendo trabajos de jardinería en Texas. En el pasado, a menudo me picaban abejas y avispas. Hay una diferencia entre las dos especies y cómo pican. Algunos de ellos realmente muerden. Si bien cada encuentro resultó en una experiencia dolorosa, también me brindaron una valiosa oportunidad para reflexionar sobre por qué era susceptible a las picaduras y cómo evitarlas. Siempre aprendí a usar camisas de manga larga y observar mi entorno para detectar sus nidos. También los rastreaba habitualmente cuando se los veía volando por las mismas zonas, lo que me permitía encontrar sus nidos y sacarlos. La conclusión es que no me han picado en mucho tiempo.
No hace falta decir que la experiencia juega un papel fundamental en el aprendizaje de estudiantes y adultos. En Pensamiento disruptivo en nuestras aulas , compartí la necesidad de brindar más oportunidades para esto en las lecciones, así como estrategias específicas que se pueden usar.
Cuando se agrega reflexión, ayuda a mejorar la conexión entre lo que se ha experimentado y los resultados que se derivaron. Se puede argumentar que permite a los alumnos profundizar en los conceptos mientras se vuelven más competentes.
La reflexión no es un simple proceso de introspección. En cambio, es un enfoque integrador, analítico y de desarrollo de capacidades basado en evidencia que sirve para generar, profundizar, criticar y documentar el aprendizaje. El desarrollo de habilidades reflexivas es fundamental para el desarrollo académico y profesional de los estudiantes dentro de una disciplina. La capacidad de reflexionar sobre la propia práctica cuando se enfrenta a una situación nueva, inusual o compleja distingue a los practicantes expertos de los novatos (Schön, 1983).
La reflexión rutinaria puede:
- Fomentar la flexibilidad cognitiva
- Ayuda en la construcción y comprensión de nuevos conocimientos.
- Establecer vínculos entre las experiencias académicas, emocionales y sociales.
- Desarrollar competencias esenciales para el éxito en un mundo disruptivo
Los resultados enumerados anteriormente están respaldados por investigaciones:
La investigación ha encontrado que aprender de la experiencia directa puede ser más efectivo si se combina con la reflexión, es decir, el intento intencional de sintetizar, abstraer y articular las lecciones clave enseñadas por la experiencia. Además, el efecto de la reflexión sobre el aprendizaje está mediado por una mayor capacidad percibida para lograr una meta que resulta en la autoeficacia.
La intencionalidad es clave. La buena noticia es que los educadores no tienen que reinventar la rueda. Cuando se trata de la reflexión en el aula, la clave es hacer el tiempo para hacerlo alineándose con la pedagogía rutinaria.
Naturalmente, hay una tendencia a incluir esto al final en forma de cierre usando las siguientes indicaciones que pueden responderse usando texto, video o audio:
- ¿Qué aprendiste de valor hoy?
- ¿Cómo podrías aplicar lo que aprendiste fuera del salón de clases?
- ¿Por qué este aprendizaje fue importante para usted y sus compañeros?
Sin embargo, los educadores pueden integrar oportunidades para reflexionar a lo largo de una lección. Compartí el siguiente cuadro KWHLAQ en Pensamiento disruptivo, que los educadores pueden adaptar según sea necesario.
La reflexión como parte del aprendizaje es algo que debe cultivarse en el aula y más allá. No podemos asumir que los estudiantes están familiarizados con este proceso. Por lo tanto, pueden beneficiarse de la orientación para ayudarlos a obtener significado de la experiencia. Sin este apoyo, las reflexiones pueden limitarse a relatos descriptivos de una experiencia o “desahogo de sentimientos” (Ash & Clayton, 2009). La experiencia, cuando se reflexiona sobre ella, es la mejor maestra.